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Los ‘malabarismos’ de la gestión impositiva: el IVA deducible

Entender los matices del Impuesto sobre el Valor Añadido (IVA) puede suponer la diferencia entre una empresa que prospera y otra que lucha por sobrevivir. En ese sentido, saber cómo desgravar el IVA es fundamental para las pequeñas y medianas empresas de nuestro país que, como en el resto de Europa, representan más del 98% de las compañías. A continuación veremos qué es el IVA deducible. 

 

Los gastos de la empresa y el IVA deducible

Los gastos de una empresa y los gastos de empleados son los costes de funcionamiento de esta durante el curso normal de las operaciones. Sin embargo, es un componente de la cuenta de resultados que se resta de los ingresos para llegar al beneficio neto imponible. Hay dos tipos de gastos: gastos de capital y gastos operativos.

Los gastos de las empresas se dividen en las siguientes categorías, y de ellas depende en gran medida si estamos frente a gastos con IVA deducible:

  • Gastos directos: el coste de las existencias al principio y al final de cada ejercicio fiscal determina el coste de las mercancías vendidas. De hecho, es un gasto directo importante para varios establecimientos y empresas. Incluyen mano de obra, almacenamiento, fábrica, productos y materias primas.
  • Gastos indirectos: son las compensaciones, los gastos generales o los costes de comercialización.
  • Depreciación: los gastos de depreciación se deducen en varios artículos como ordenadores, muebles, equipos técnicos, propiedades y más.
  • Dietas y kilometraje
  • Intereses y comisiones financieras

Toda empresa, ya sea pequeña o grande, debe hacer un seguimiento de sus gastos mediante un programa de facturación para reducir su renta imponible y obtener beneficios fiscales o deducir el máximo de IVA posible. De hecho, incluso los autónomos y consultores deben hacer un seguimiento de sus gastos empresariales: la reducción de la renta imponible da a las empresas un colchón para realizar inversiones financieras para el crecimiento de su empresa.

 

Desgravar o no desgravar IVA: Requisitos y posibilidades

Desgravar IVA implica que aquel que el empresario ha pagado por productos o servicios (conocido como el IVA soportado) pueda ser deducido del IVA que la misma empresa ha cobrado de sus clientes (conocido como el IVA devengado o IVA repercutido).

La Agencia Tributaria propone dos formas bien conocidas a la hora de declarar este impuesto: por módulos (estimación objetiva) o por estimación directa.

En ese sentido, hay tres requisitos fundamentales para que pueda ser un gasto con IVA deducible:

  1. Debe ser un gasto directamente relacionado con la actividad económica principal de la empresa.
  2. Debe ser un gasto de IVA deducible, es decir, pertenecer a ciertas categorías (por ejemplo, los alimentos o el entretenimiento no son elegibles). La Agencia Tributaria fija estos parámetros.
  3. La empresa debe mantener la factura justificativa del gasto y contabilizarla adecuadamente en su sistema y libros de contabilidad.

El IVA deducible es siempre el  IVA soportado, nunca el devengado, y de hecho no todo el IVA soportado será deducible, como indica el punto anterior. El otro obstáculo a la hora de desgravar el IVA es precisamente uno cuyo control recae íntegramente en la empresa: disponer de la documentación (la factura con IVA), mantenerla en custodia y contabilizarla en el correspondiente libro.

Ahí es donde las empresas de cualquier tamaño pueden beneficiarse de soluciones innovadoras como Sabbatic que ofrece una solución de digitalización de facturas para contabilizarlas con mayor precisión. Un buen software de contabilidad reduce la cantidad de tiempo que se dedica a la introducción de datos, ya que permite a los usuarios sincronizar datos y documentación para su posterior clasificación. Si dicha información está disponible de forma asíncrona o en la nube, la visibilidad permite disponer de un claro conocimiento de la rentabilidad y a prepararse para el momento de la declaración del IVA.